La teta y su transformación
por : Nayra Esta foto es del 3cer día de nacida de mi hija Illa, después de un parto en casa y con un shot abundante de oxitocina. Cuando recuerdo estos días los siento como de estar en una cueva lamiendo a mi cachorra, sin mucha gana de ver a la gente, solo queriendo intimidad con ella y con mi nueva yo mamá. Tuve muchas dudas antes de parir alrededor de la lactancia, pues en mi habitaban memorias familiares… mi mamá no pudo lactar a causa de una preeclampsia muy fuerte… mis tetas no eran suficientemente “voluptuosas” para pensar que allí se generaría toda una fábrica mágica de leche materna. Algo muy profundo deseaba poder dar leche, dar teta. Entregarme a esa energía única que nos hace reconocernos como mamíferas, con nuestras crías, pegaditas a nosotras. Hay un imaginario de ver a las mujeres plenas dando teta, felices… y si… allí llegué luego, pero antes… la amada transformación me hábito para enseñarme. Y se qué a muchas nos ha habitado, nos hemos tenido que desconstuir, entregar imaginarios, dolores, miedos y salir de esa zona de confort… sobre todo…. aprender abrir el corazón real y profundo. Muchas mamás primerizas pasamos por un dolor transitorio de los pezones para acostumbrarse a la succión de bebé, de las grietas, las posibles heridas y el dolor, bendito dolor que nos hace traernos tanto al presente. Que puede llevar a traspasar límites inimaginables y es allí cuando uno se da cuenta lo que el amor más puro y sincero puede hacer para que uno se rinda ante él y trascienda todo. Y es por eso que nos volvemos unas defensoras de la teta, de la leche materna. Porque después de un tiempo nos damos cuenta… lo sanador y profundo que es para nosotras como madres y lo valioso para nuestros hijxs.