por : Zabina Ma Hoy 15 de noviembre hace 7 años estaba abrazada a mi último hijo cerrando mi cuarentena, este ritual iniciático donde como nuevas madres comenzamos un tiempo de purificación -la recuperación y renovación de nuestro cuerpo- reorganizamos el templo; los órganos desplazados hacia arriba por el espacio que ocupaba él bebe vuelven a su lugar, las coyunturas se cierran, se elimina el líquido y las reservas que ya no necesitamos, nuestro útero se limpia y se repone. Es el tiempo de iniciarse como Madre, si es tu primer hijo y si no lo es…tiempo de asimilar e integrar a ese nuevo ser, conocer y descubrir juntos nuevas formas de comunicarse a través de los sentidos en un nivel dulcemente sutil e intuitivo Luego se queda el puerperio…una puerta que se abre para reconocernos, volver al centro, cuestionárnoslo todo y no tener siempre las respuestas. Es un llamado a no mentirnos, a mirarnos a la cara…ese nuevo ser que comparte nuestra aura es espejo cristalino de nuestros espacios ocultos y también de nuestras luz más íntima. Y bueno…Encuerpando la experiencia en la que te rindes o peleas…entendí que cuando llega este ser con luz y claridad infinita en la mirada, viene con esa niña que brillaba de la misma manera, esa “Tu”…que se pregunta, aunque lo intuya, cómo cuidar “bien”, como sostener, como dar todo lo que el otro necesita…y si ese mismo cuido lo recibió ella. Todo este viaje que invita a amar mucho al principio…Ayudar a llegar saciado de besos para que después no se busquen mitades por el mundo…ser cuerpo presente, vivo, nutricio para ese ser…me confronto con eso llamado amor propio! me vi al espejo y perdím todos mis puntos de identificación, y la distancia entre lo que debería sentir y lo que sentía se hizo bien profunda. No fue el primero (Mathías) el que me trajo toda esta claridad, ni el segundo (Agustín) quien me hizo abrir los ojos a toda la fuerza que contenemos las mujeres, fue el tercero (Emiliano) el que me impulso a subir la montaña del miedo y la inseguridad para abrazar a esa niña adolescente enemiga de su cuerpo porque así le habían enseñado… alejada de lactancias e ignorante de su útero…siempre demasiado delgada, demasiado peluda, demasiado pequeña, demasiado…demasiado que aun habitaba en mí; para juntas lanzarnos al vacío de reconocer-me nueva, en plena consciencia y asombro de mi cuerpo de Madre. Inicie el camino de encuentro hacia mi cuerpo, hecho mío… Sus vidas en mi…me hicieron carne, me hicieron consciente de la sangre que me recorre y el aliento que me invade. En el acto de gestarlos y criarlos fui consciente de mi propia existencia. Jamás imagine que entre todas las cosas elegiría cuidar y cuidarme no desde el sufrimiento, ni el sacrificio, si no desde la celebración, descalza, en la montaña, educando en casa con el peso de 3 niños sobre mi cuerpo…que me vería mujer, rotunda, bella, femenina, ancha, expandida sin hacer nada; “Simplemente” (lo digo así ahora, honrando y agradeciendo el camino recorrido) entregándome a la experiencia con todas sus sombras y luces, explorando y entregando mi cuerpo caliente y acogedor donde mis hijos se sintieron y sienten en casa, un cuerpo que no se siente igual que antes, porque lo respiro, escucho, siento y danzo distinto… soy ahora testigo del poder que a veces desconocemos en nosotras que tiene que ver con la capacidad inconsciente de gestar vida y mantenerla con vida, porque todo lo que se piensa demasiado se debilita…mi cuerpo y el de toda mujer al ser Madre se convierte en un mundo para llegar…y llegan hijos en todas sus manifestaciones, llegan hijos donde mirarnos y señalarnos con el dedo… y reconocer que lo hemos hecho muy bien a veces, nos hemos convertido en mejores que entonces y nos hemos perdonado. Zabina Ma “Convierto mi propio cuerpo y sus memorias en objeto/sujeto de investigación…lo que descubro es ni más ni menos que la experiencia de la creación y es uno de los aprendizajes más alucinantes de la vida, aunque suene utópico una metamorfosis (la mía) física, psíquica y espiritual llena de amor y de dolor, en lucha frontal contra la muerte, contra el mundo y contra el sistema, algo completamente revolucionario” Gabriela Weiner Nueve Lunas